06 Mar El apego material y claves para empezar a soltar
Vivimos en una sociedad consumista donde se nos hace pensar que las cosas materiales nos darán la felicidad. Pero lejos de la realidad, este apego a lo material es uno de los principales motivos de sufrimiento.
Pero, ¿qué es el apego?
Es un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas:
- Que es permanente
- Que nos va a hacer felices
- Que nos va a dar seguridad total
- Que dará sentido a nuestra vida
Se dice que estamos en apego cuando la necesidad por tener algo se convierte en un imprescindible.
Parémonos a pensar… Cuando deseamos algo, antes de ni siquiera haberlo comprado nuestro cuerpo y nuestra mente ya genera un sufrimiento por el hecho de no poder tenerlo, por el deseo de quererlo. Una vez tengamos ese objeto, esa felicidad puntual que se genera en el momento de comprarlo, se transforma en sufrimiento por miedo a perderlo, ya que cuando el objeto desaparece la mente sufre un gran dolor.
Las distintas formas de apegarse a los objetos, como la vinculación emocional, los apegos al pasado o el miedo a la escasez, además, nos dificulta el poder deshacernos de ellos con facilidad. “Me lo regalaron”, “es que me costó mucho dinero”, “a lo mejor algún día lo necesito”… son algunas de las muchas frases que nos decimos cuando pensamos en si deshacernos de ese objeto. Ante esto, aparecen distintos sentimientos, el ego y los miedos hablan y el objeto se queda…
En cambio, si queremos que algo nuevo entre en nuestra vida, debemos soltar lo viejo. Y entender que vivir es espacios llenos de cosas, nos resta creatividad, nos da trabajo, poca felicidad e impiden la llegada de lo nuevo.
EMPEZAR A SOLTAR
Para empezar a liberarnos de los apegos lo primero que debemos hacer es tener voluntad, decisión y ser conscientes de que todo es temporal y que muchas de las cosas que tenemos no las necesitamos. Que si algo desaparece puedo ser feliz igualmente.
Esto nos llevará tiempo y práctica. Vamos allá!
- Comienza deshaciéndote (donar, tirar o vender) de los objetos que no usas, no te gustan, están rotos o no tienen utilidad.
- Localiza aquellos objetos a los que estés aferrado, aquellos que sientas que si los perdieses lo pasarías mal. Valora del 0 al 10 qué importancia tiene en tu vida y piensa que tarde o temprano desaparecerán. Disfruta de su uso, no de su posesión.
- Si algo no te sirve pero tiene un valor sentimental para tí, puedes hacerle una foto y guardarlo en una carpeta en tu ordenador que se llame recuerdos o algo similar y cuando quieras evocar ese recuerdo puedes mirar la foto.
- Ponte alguna norma estricta para comprar cosas nuevas. Por ejemplo, si entra algo nuevo tienen que salir dos. De esta manera, se pone freno en el consumo impulsivo y la tendencia a acumular.
- A la hora de adquirir algo nuevo, párate a pensar del 0 a al 10 cuanto lo necesitas. Si no pasa de 7 es que no lo necesitas. Además, aplazando las decisiones de compra unos días también evitarás las compras impulsivas y distinguirás lo necesario de lo superfluo
- Haz una lista con las compras más caras de los últimos años (la casa, el coche…) y otra con las cosas que más valor hayan aportado a tu vida (una puesta de sol, una reunión con amigos…). Verás que entre esas dos listas no hay ningún elemento común, es así?
- Además cuando ordenes te puedes preguntar ¿Realmente lo necesito? ¿Qué sentido tiene que guarde esto? ¿Qué significa para mí? ¿Tenerlo cerca me deja avanzar? Porque cuando estamos ordenando, lo que realmente estamos haciendo es pedirnos permiso para cerrar cosas del pasado, para aceptar que eso dejó de ser útil pero aun así lo queremos «conservar».
A medida que vayamos entrenando el desapego sentiremos una sensación de libertad interior, de paz y de serenidad
Y para terminar, os dejo la siguiente historia a modo de reflexión:
“Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, en Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno únicamente de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
– ¿Dónde están sus muebles? -preguntó el turista.
– ¿Y dónde están los suyos…? -respondió rápidamente el sabio
– ¿Los míos? -se sorprendió el turista- …¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!-
– Yo también… -concluyó el sabio-.
La vida en la tierra es solamente temporal… Sin embargo, algunos viven acaparando como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices».